Sueños de lavadora

Cuando Noemí despertó de aquel corto sueño una palabra, en altas, invadía la penumbra de su habitación, como si flotara en un vacío suspendido entre sus párpados, aún cerrados, y el rígido foco. La sensación de haber soñado algo había desaparecido por completo, podía recordar las imágenes como si se tratase de un recuerdo, de fotografías que la noche anterior pudo apreciar en el viejo álbum de la cómoda, pero el cosquilleo en las pestañas, el sopor en la cabeza y la certeza de una existencia, era lo que Noemí no podía sentir al despertar.

Presentación de libro

Aquí les dejo la invitación para que asistan a la presentación del libro Sueños de Lavadora de Noemí Mejorada, el cual estaré presentando junco con María Laura Flores.





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¡A donde con mi dinero!


Creo, y no miento al creer, que es imposible saber exactamente a donde va mi dinero. No el dinero que se gasta bien en cualquier tienda de la esquina, o el dinero para tabacos que se que va directo a las manos de Carlos Slim,

El diseño



Aún me encuentro renuente a regalar un buen diseño en este blog, digamos que podríamos editar el código fuente (como los antiguos neandertales del ciberespacio) o simplemente poner un gadget de blogger para que lo tenga todo en auto en unos minutos y por arte de magia, de java, tener todo colorido y lleno de vida, pero (si, siempre hay un pero) ¿no atentaría eso contra la palabra misma?

De juegos y literatura

Es curioso que hoy en día se siga propagando y gritando a los cuatro vientos que la lectura de la literatura es la única forma de cultivarnos y de conocer el mundo, negándole, como siempre, la entrada a aquello que es nuevo o que participa dentro de las actividades cotidianas de las generaciones más jóvenes o de los betabeles eternamente niños.

La buena música de los juegos

Aquí les dejo un video para aquellos que aprecian la buena música y, sobre todo, las composiciones que tienen una justificación oportuna de su existencia.




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Ultimatum a la tierra


Hace tiempo descargué de Internet la película Ultimatum a la tierra (o El día en que la tierra ya no quiso caminar porque la asustaron los extraterrestres que no venían en son de paz), no el refrito que hace poco quitaron, afortunadamente, de las carteleras de los cines sino aquella que se hizo en los